Nació en Ambato en 1866. Sus padres fueron Ángel
Barona y Rosario Guzmán.
Carmen de Jesús Barona Guzmán era de gran belleza
física y de una conducta intachable. A los diecinueve años tomó los hábitos
negros de las Hermanas Terciarias Dominicas, entregándose a varias obras
sociales, como el “ropero del padre”.
A los veintitrés años comenzó a prestar sus
servicios como enfermera del Hospital de Sangre de Ambato.
Luego, conformó la Asociación de San Vicente de
Paúl y el Comité de Misiones Dominicas en el Oriente Ecuatoriano.
Carmen Barona servía a todo prójimo necesitado,
besando las manos de los que le pedían caridad. Mantuvo siempre las facultades
intelectuales, morales y físicas equilibradas, mientras que, con voz
encantadora entonaba canciones piadosas a la virgen María.
El poeta Pablo Balarezo Moncayo en su libro
“Maravilla de Ambato”: “no podía faltar en Ambato una flor de inmaculada
blancura, de fragancia verdaderamente celestial, escondidas en el retiro de su
vida de grandes virtudes. Carmen Barona Guzmán nació predestinada para el bien
sobre la tierra, para guardar en su corazón vaso de santidad, llama de dulzura
y diáfana flor de amor y de esperanza, todas las bondades humanas dignificadas
y engrandecidas a través del espíritu jesucristino que ella supo comprender y aquilatar
en toda amplitud en que es posible que un ser mortal y terreno aquilate y
comprenda la esencia de la Divinidad…”
Con gran fortaleza y perseverancia todas las buenas
obras que empezó, las termino, todas. Su vida ejemplar y sus virtudes
comenzaron a ser reconocidas por el pueblo ambateño desde que ella era muy
joven. Se entregó por completo al servicio religioso, dejando a un lado las riquezas que le
correspondían por amor a Cristo y en beneficio de los pobres y necesitados.
En verdad fue una santa, una de aquellas pocas
almas privilegiadas que vienen al mundo a contrarrestar con sus méritos todo el
conglomerado de odio, hipocresía, maldad, aversión y de tinieblas que se esconde en el convivir humano.
Falleció en Ambato el ocho de noviembre de 1932,
dando testimonio de una vida plena de obediencia, pobreza y sacrificio
personal.