Teresa López de la Flor y Egüez nació el 12 de mayo
de 1796 en el sector de Las Viñas, a orillas del río Ambato y a poca distancia
de la ciudad. Lugar recordado por su exhuberancia de vides, flores y aves.
Sus padres fueron Joaquín López de la Flor y Juana
Egüez.
“A la muerte de sus padres pasó al cuidado y
protección de su tío materno, don Mariano Egüez, con quien se unió en
matrimonio. Ilustre hombre ambateño, prócer de la independencia y como tantos,
amigo de la libertad de los hombres y de los pueblos”.
Lógico es que, siendo esposa de un prócer y hermana
de otros dos: Vicente y Francisco Flor, su participación en la gesta de la
independencia fue decidida. La historia menciona de la correspondencia
establecida entre ella y Rosa Zárate, y de la habilidad para convencer al
Corregidor Ricaurte, para que dejara cierta libertad de acción a los próceres
del 12 de Noviembre de 1820, y que él mismo se inclinara en la búsqueda de
nuestra libertad.
A la muerte de su esposo se unió en segundas
nupcias con Tomás Borja y Tinajero, con quien no procrearon hijos, según dice
en su testamento doña Teresa Flor: “por no haber consumado el matrimonio y
haber iniciado pleito sobre nulidad, el cual quedó paralizado por haber
fallecido el referido Tomás Borja”.
Cuando aún no estaba abolida la esclavitud en
nuestro país, Teresa Flor dejó en libertad a María Juliana Matute y sus tres
hijas, de raza negra, aunque sí “con el deber que acompañe y sirva a mi hijo
José Mariano”.
Luego de volver a enviudar, pasó en soledad sus
últimos años en su quinta de Cashapamba, disfrutando de todo aquello que aprendió
a amar desde niña. Flores, árboles y aves fueron sus compañeros hasta su
muerte, acaecida en 1859.